Saturday, September 09, 2006

La Década Larga, los años 60.
El 11 de septiembre es una fecha que sin lugar a dudas va a quedar registrada en el ADN de los chilenos por generaciones, pero desde el punto historiográfico, se puede decir, que marca el fin de una década, el año 1958 con la dictación de la ley 12.889 que establecía la cédula electoral única, y termina con el golpe de estado en septiembre de 1973. Esta década de 1960 es la que se le ha llamado la “década larga” del siglo XX, donde se desencadenaron en forma más patente las fuerzas dialécticas del conflicto social, producto no sólo causas internas, sino también como se ha demostrado en forma fehaciente a partir de la ultima década del siglo XX de causas externas, especialmente en lo que respecta a la “indecorosa” intervención de los Estados Unidos de Norteamérica y de sus agentes internos, en la política interna no sólo de Chile sino de todos los países de la región. Para entender, ésta década larga, es desde menester intentar aproximarnos a conocer como era el Chile de los sesenta.
VISION DE CHILE A COMIENZOS DE LA DECADA DE 1960.
Intentar explicar en forma acabada la compleja década de los sesenta es una tarea en extremo difícil, más aún si se intenta hacerlo en pocas líneas, por tanto, es importante indicar que en esta parte del trabajo solo se darán someras pinceladas que permitan, tener un marco de referencia en el cual se desarrolla la opinión de los Obispos chilenos sobre los problemas del agro y del campesinado en este periodo, que es en definitiva el objeto principal de estudio, enfocando la exposición en dos coordenadas que son el cambio y la consolidación, por tanto, lo que se pretende aquí es simplemente entregar el marco histórico básico sobre el cual se desarrolla el objeto del presente estudio, junto con intentar aportar elementos para la discusión sobre el estudio y análisis de la compleja e interesante historia de Chile y de Hispanoamérica en la década de los años sesenta.
Si se quisiera señalar los principales rasgos distintivos del país al comenzar este decenio, se podría advertir que los 60 se caracterizan por ser un período de cambio y de consolidación.
De cambio en razón de las reformas estructurales que se dieron en este período, y que obedecieron a contingencias y a causas de distinta índole. En esta década en Chile se producen importantes cambios, no solo políticos, sino también demográficos, económicos y sociales los cuales en su conjunto cambiaran la faz del país. Estos cambios se pueden clasificar principalmente en cuatro grupos, que son políticos, sociales, económicos y demográficos.
Los cambios Políticos: Poco antes del comienzo de esta década el 31 de mayo de 1958 se promulga la ley 12.889, este cuerpo legal establecía el uso de la cédula electoral única, ordena las inscripciones permanentes y el cierre de las secretarias políticas 48 horas antes del acto electoral. “La novedad más importante de esa ley fue adopción de la cédula oficial, impresa por la propia Dirección del Registro Electoral y que reemplazó a los votos o cédulas que antes imprimían los candidatos o sus partidos”[1], y por consiguiente, la importancia de esta reforma, fue que hizo prácticamente imposible el cohecho y el fraude electoral que sé hacía a través del reparto de cédulas impresas previamente marcadas por los mismos candidatos y repartidas después entre los electores con una promesa de recompensa o bajo amenazas y presiones de distinta índole, esta practica se daba principalmente en los campos, por lo que esta reforma vino a mermar la influencia política de los sectores latifundistas ligados políticamente a la derecha tradicional. Otro aspecto importante de esta reforma fue la incorporación como masa con un importante peso electoral del campesinado, que ya no era un sector políticamente dependiente de la derecha tradicional, y que, por tanto, era electoralmente atractivo tanto para el centro político como para los partidos de izquierda, y que, por consiguiente, ambos sectores incorporaron en sus programas electorales temas de interés para este sector social y entre estos estuvo indudablemente la promesa de realizar importantes cambios estructurales en el sector agrario y especialmente la realización de la anhelada reforma agraria. Un aspecto importante de destacar en lo que se refiere a los cambios políticos que se dieron en este periodo fue el notable retroceso electoral que sufre el radicalismo, fuerza importante en las décadas anteriores y que a partir de mediados de los años cincuenta comienza a perder su importancia e influencia en la política nacional.
Tampoco se podría dejar de lado dentro de este punto un acontecimiento que si bien tuvo su desarrollo lejos de Chile, influyó notablemente en el escenario político Latinoamericano y nacional, este hecho fue el triunfo de la Revolución Cubana, la cual en el espectro nacional no solo tuvo una importante influencia en los sectores de la izquierda chilena sino también en la derecha y en otros grupos que encaminaron su acción política en pos de evitar que se repitiera la experiencia cubana en Chile, por su parte a nivel Latinoamericano, producto de la reacción de los EEUU, “lo que prevaleció a excepción de Chile y Perú, fue el derrocamiento de gobiernos reformistas y la derrota, tanto de la lucha guerrillera como de la orientación frentista de la izquierda ortodoxa”[2].
Para finalizar este punto es necesario volver a señalar que esta década fue especialmente rica en cambios políticos, los cuales en su conjunto dejaron profundas huellas en el país.
Los cambios Económicos: La economía Chilena el comenzar la década de los sesenta, en términos generales, no difiere mucho en su estado al de las décadas anteriores, pues “la dura realidad de subdesarrollo recorre toda la década Iberoamérica de 1960”[3] y Chile no era excepción, vivía en fuerte dependencia financiera internacional, con una altos índices de inflación, con una considerable deuda externa debido principalmente a que el “poder de compra de las exportaciones seguía el proceso de reducción, iniciado en las décadas anteriores y así mientras que en 1925-29 cien de exportación se cambiaban por cien de importación, en 1955-59 los cien de exportación conseguían sólo 90 de importación”[4].
Problemas endémicos de la economía Chilena como la inflación, el desempleo y los desajustes estructurales no experimentan al comenzar esta década grandes cambios, y al contrario, hasta cierto punto se agudizan, especialmente al debilitarse el modelo o sistema de sustitución de importaciones, en gran parte debido a que un importante sector de la población carecía del poder adquisitivo necesario, y como señala el ya citado autor Marcello Carmagnani que dice “el desarrollo económico latinoamericano aminora después de 1950, teniendo en cuenta el incremento demográfico, la renta nacional pasa del 2,7% anual entre 1945 y 1950, al 1,7% anual entre 1950 y 1961”[5] entre las posibles explicaciones para esta situación hay una serie de factores y causas dignos de ser tomados en cuenta, entre los más relevantes de estos se puede señalar una lenta evolución del comercio exterior que se dio en el ámbito latinoamericano, desajustes estructurales que impedían y frenaban el crecimiento de ejes de desarrollo, y relacionado con lo anterior, un escaso crecimiento y desarrollo del sector industrial debido entre otros factores a una escasa capitalización por parte de privados en el sector industrial, al respecto, es digno de tener en cuenta que en Chile más del 40% del producto nacional se encontraba bajo el control estatal y que las empresas del sector fabril más importantes eran empresas estatales filiales de la CORFO, como ENDESA, CAP, ENAP, por nombrar algunas. Otra consecuencia importante relacionada con esta lenta evolución del sector industrial es la existencia de un importante sector de la población que no tenía sino un pobre poder adquisitivo, y que, por tanto, no estaba o en el mejor de los casos tenía una baja participación en el mercado, este sector era el campesinado tradicional, cuyo sueldo en un porcentaje considerable era en especie y que a su vez “eran mucho más bajos que los salarios urbanos, dándose una relación 3 a 8 respectivamente”[6] y por consiguiente, carecían de dinero en efectivo para adquirir los productos que la industria nacional ponía en el mercado, esta situación hizo que un importante grupo de estos industriales viera con cierto interés y hasta con un grado de simpatía los procesos de transformación en el agro chileno, pues creían que al tener los campesinos un poder adquisitivo suficiente, se conquistaría un mercado que hasta entonces no se tenía; es menester señalar al respecto que el porcentaje de la población rural a comienzos de esta década era aproximadamente un 35% de la población total del país. Como se dijo anteriormente, la economía al comenzar este decenio era similar al de la década anterior, pero en lo que sí hubo cambios es en las soluciones que se dieron para enfrentar estos problemas.
La década de los sesenta será rica en experimentos económicos, se aplicarán en este periodo distintos enfoques económicos, pasando de un esquema netamente liberal como fue el aplicado en el gobierno de Jorge Alessandri, cuya principal meta en este aspecto era el control de la inflación y el logro de un equilibrio fiscal, todo esto sobre la base de una economía de mercado, es importante señalar, que durante este gobierno se lleva a cabo a fines del año 1961 la conferencia de Punta del Este en Uruguay, esta reunión le da él vamos a la Alianza para el Progreso, este era un programa que el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica John Kennedy intentó aplicar en la región, y que consistía en un compromiso de ayuda económica a los países Latinoamericanos a cambio de que estos realizaran reformas estructurales entre las que se contaban programas de reforma agraria, de reformas tributarias con el propósito de mejorar la distribución de la riqueza, reformas educaciones, etc. este plan de ayuda de Kennedy “constituye una nueva estrategia en la lucha anticomunista y con el se pretende contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana en Iberoamérica”[7] y con estos antecedentes se entiende que una coalición de gobierno de derecha legislara sobre materias tan ajenas a sus intereses y a su ideario político y económico, de este esquema económico liberal se pasa, tomando la expresión de Marcello Carmagnani, a uno de tipo “populista reformista” en el gobierno democristiano de Eduardo Frei Montalba, en el cual se llevan a cabo una serie de importantes reformas como fueron la Chilenizacion del Cobre y la implantación efectiva de la Reforma Agraria, y de este, se pasa a uno que intenta sentar las bases para iniciar la transición al socialismo, en el gobierno del presidente Salvador Allende Gossens, que “se centró en la recuperación de las riquezas nacionales de las que disfrutaban los capitales estadounidenses -nacionalización de los yacimientos de cobre- y en la eliminación del poder de la oligarquía a través de una radical reforma agraria”[8], la conducción económica de este gobierno según la opinión la Oficina de Planificación Nacional se orientaba principalmente a dos tipos de acciones que son “aquellas destinadas a comenzar los profundos cambios que requieren la economía y la sociedad chilena para la solución definitiva de sus problemas fundamentales por la vía del avance hacia el socialismo, y aquellas destinadas a solucionar problemas inmediatos de extrema gravedad originados por la crisis económica y social en que desembocaron las gestiones gubernativas anteriores, agravada por la resistencia de la oligarquía”[9].
Por tanto, como se puede observar, el estado de la economía al comenzar la década de los sesenta no varía en mucho a las décadas anteriores, en lo que sí se pueden observar cambios de importancia, es que en el transcurso de ella, se aplicaron distintos enfoques económicos inspirados en concepciones políticas antagónicas como las que se llevaron a cabo en los gobiernos de los presidentes Jorge Alessandri que era de corte liberal y que contaba con el apoyo de la derecha, del democristiano Eduardo Frei de corte populista reformista inspirado en las ideas socialcristianas, y del socialista Salvador Allende Gossens que era apoyado por la coalición de partidos de la izquierda chilena llamada Unidad Popular y en que se agudizaron los conflictos producto del colapso del sistema de sustitución de importaciones entre otros factores.
Los cambios de Sociales: En la década de los sesenta se producen en Chile importantes movimientos de tipo social, actores sociales que en la década anterior estaban en estado embrionario durante el transcurso de ésta, se consolidan y adquieren fuerza, y enriquecen el conflicto en torno a las soluciones de los desajustes estructurales de la sociedad chilena.
Un actor que queda plenamente configurado como tal es el campesinado, sector social importante que ha estado presente en a largo de la historia nacional, pero que adquiere relevancia política, social y económica a partir de mediados de la década de 1950, esto producto de una “serie de transformaciones”[10] , gracias a las cuales comienza a perfilarse como un actor social importante, organizándose y manifestando su opinión sobre los problemas que los aquejaban.
Respecto al problema teórico de que se entiende por campesinado[11], para efectos del presente trabajo, se entenderá en términos generales, como un grupo social, cuyo origen está en las relaciones de producción que directa o indirectamente se vinculan al trabajo agrícola, y cuyos ingresos dependían en su mayor parte de una contraprestación en dinero, especie u otro que realizaba a un tercero. El campesinado sin ánimo de entrar el la polémica entre campesinistas o descampesinistas, formaba parte de los grupos sociales más desprotegidos del país, pues carecían de la fuerza política de los empleados y de los obreros industriales, organizados en sindicatos y centrales sindicales, los cuales habían dado desde principios del siglo XX duras luchas sociales y que habían conseguido importantes reivindicaciones sociales.
En el periodo pre -reforma agraria el campesinado como grupo social, estaba conformado principalmente por los inquilinos que eran campesinos que a cambio de su trabajo el propietario, que generalmente era un latifundista, les concedía el uso de vivienda y la explotación de una parcela de tierra, es menester señalar que el inquilino en ciertas épocas del año debía proporcionar gratuitamente brazos para las labores agrícolas, éstos trabajadores se conocía como “obligados” y generalmente eran miembros del grupo familiar, hijos del inquilino los cuales a temprana edad debían acompañar a sus padres a las labores agrícolas abandonando tempranamente su educación factor que contribuía a las altas de analfabetismo de las zonas rurales. En este periodo el campesinado, estaba también compuesto, por pequeños minifundistas, es decir, por pequeños propietarios agrícolas los cuales no podían subsistir sólo con la explotación de su propiedad, debiendo emplearse como peón al latifundista, especialmente en ciertas épocas del año. Por ultimo el campesinado estaba compuesto por una serie de artesanos, y obreros agrícolas, que se empleaban en forma esporádica para uno o más empleadores.
En síntesis, los inquilinos, los minifundistas, los obreros agrícolas[12] formaban parte del campesinado, y constituía el sector en los cuales los desajustes estructurales, se hacia notar con mayor fuerza, donde los indicadores de pobreza eran mayor que en el mundo urbano.
Otro segmento de la población que comienza a perfilarse claramente como un actor social de peso es la juventud, a la ya clásica efervescencia de los estudiantes universitarios, se le suman otros grupos menos organizados de jóvenes como son los estudiantes secundarios, grupos de trabajadores jóvenes, grupos juveniles de la Iglesia Católica como la “JOC, la JAC”[13] y la propia Acción Católica, etc., es importante consignar que en este periodo la participación juvenil en política se incrementa cuantitativa y cualitativamente, no siendo pocos los casos de jóvenes que llegan al Parlamento y a puestos de importancia dentro de la administración pública, por tanto, en este periodo la participación social del sector juvenil se diversifica, los Obispos Latinoamericanos se dan cuenta de este fenómeno y señalan que “en la región está dándose la tendencia cada vez mas fuerte a reunirse en grupos o comunidades de distinta índole, pero que en su diversidad se muestran particularmente sensibles a los problemas sociales, reclamando cambios profundos y rápidos que garanticen una sociedad más justa”[14]. De hecho se puede observar, que el proceso de agudización de los conflictos sociales y políticos, se ve claramente reflejado en la juventud, la cual a modo de ejemplo hace notar con fuerza su voz en las distintas organizaciones tradicionales, en las cuales participa, teniendo en ocasiones una opinión crítica frente a la conducción por parte de las generaciones mayores. Es en éste periodo en el cual surgen nuevos movimientos políticos, muchos de los cuales se nutren de contingentes de jóvenes provenientes de orgánicas tradicionales, este el el caso del MIR que nace de la convergencia de jóvenes del Partido Socialista y de un grupo minoritario del Partido Comunista junto a grupos de tendencia trotskista, caso similar sucedió con el Mapu que nace de una escisión de sectores progresistas de la democracia cristiana, los cuales en su mayoría eran miembros de la JDC, en la Iglesia Católica la voz de los jóvenes se hará notar con fuerza en el Movimiento de Iglesia Joven que encabezó la toma de la Catedral de Santiago el 4 de mayo de 1969.
A estos grupos ya mencionados se suman los pobladores, las juntas de vecinos, centros de madres etc., que comienzan lentamente a ganarse un espacio dentro del abanico de la participación social. Todos estos nuevos grupos ya mencionados durante esta década harán sentir su opinión frente a los problemas que los aquejan y comienzan a ser objeto de una mayor atención tanto del Gobierno, como de la Iglesia y de los partidos políticos. Otro aspecto interesante a analizar, desde el aspecto del cambio social vivido en esta década, es el relacionado con el fenómeno de la proliferación de un nuevo tipo social que para este periodo esta completamente definido, este es el poblador urbano marginal, este grupo nació principalmente de la migración rural, y se estableció en las márgenes de las grandes ciudades construyendo un sinnúmero de poblaciones que se conocen con el nombre de “poblaciones callampas”, este nuevo grupo social dentro del sector socioeconómico más pobre, compartirá características comunes al campesino y al obrero urbano y es en este periodo un grupo que se caracterizó por estar en el centro del conflicto social en el ámbito local, siendo el actor principal de las “tomas de terrenos” tan comunes y típicas del periodo estudiado en este trabajo.

Los cambios Demográficos. La población chilena aumentó de 4.943.447 en 1940 a 7.465.000 en 1960 y la tasa de crecimiento vegetativo paso del 6,8 a 24,4 respectivamente este aumento demográfico se explica por una serie de factores como fue la importante disminución de la tasa de mortandad que descendió de un 24,0 en 1930 a un 12,5 en 1960.
La importancia del factor demográfico, se entiende en razón de que debe darse cierta proporcionalidad entre el aumento demográfico y de la producción agropecuaria, en términos generales es conveniente tener en cuenta que “cuando la producción crece a un ritmo inferior al del crecimiento demográfico, las dificultades sociales surgen de la frustración de los que no encuentran un modo digno de ganarse la vida, y del hecho que demasiados se la ganan sin contribuir al bienestar social”[15], en el plano más específico del sector agropecuario, se dio que “entre los años 1952 y 1964 la población chilena aumento aproximadamente en un 2,5 % el crecimiento de la producción agropecuaria fue de apenas un 1,8 % en el mismo periodo”[16], lo cual hace notar un claro desajuste entre el crecimiento de la población y el de la producción agropecuaria situación que se traduce en una escasez de productos agropecuarios, debido a que el posible aumento de la demanda es mayor al del aumento de la oferta, Marcello Carmagnani señala respecto de este mismo punto lo siguiente: “El aumento del desarrollo demográfico y el descenso del desarrollo económico, particularmente en el sector agrario, provocaron un estancamiento de la población activa en las zonas rurales”[17]. Es menester señalar que el factor demográfico fue uno de los más usados por quienes proponían cambios en las estructuras del agro, pues muchos veían con preocupación la situación anteriormente mencionada especialmente porque veían que el ritmo de crecimiento de la población era mayor que el de la producción agropecuaria.
Para finalizar esta parte del tema dedicado al cambio en esta década, es menester volver a señalar que los Obispos Chilenos al hacer sus observaciones sobre los problemas de país y del agro, se encuentran con un Chile que esta cambiando, este cambio obedece a múltiples causas, como son de tipo demográfico, pues en este periodo la población chilena aumenta considerablemente, de tipo político al elevarse los niveles de participación en las decisiones públicas y en los partidos políticos y demás grupos de opinión, lo que contribuyó a hacer más participativo el régimen democrático chileno de tipo económico pues sé a través de distintos enfoques, se buscan soluciones rápidas para solucionar el problema del subdesarrollo, de la pobreza y de las injusticias sociales que afectaban al país, en resumen, los Obispos se enfrentan ante un Chile en constante cambio a la cual en su labor de pastores debían orientar.
[1] Jorge Cash : “Bosquejo de una historia”. Editorial Pucará, Santiago Chile 1986, p.254.
[2]Darcy Ribeiro: “Los nuevos caminos de la Revolución Latinoamérica”, en Revista de la Universidad Técnica del Estado, N° 14 del primer trimestre de 1973, p.57.
[3] Carlos Sempat: “Modos de producción, capitalismo y subdesarrollo en América Latina”, en Cuadernos de la Realidad Nacional, N°7, editorial de la Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile 1971, p. 116.
[4]Jorge Ahumada: Op. Cit. P. 62.
[5] Marcello Carmagnani: Op. Cit. P.43
[6] Jorge Ahumada: Op. Cit. P. 113.
[7] Carlos Concha y Julio Maltés: “Historia de Chile”. Editorial Bibliográfica Internacional, Chile 1995, p.537.
[8] Marcello Carmagnani: Op. Cit. P.48.
[9]Chile: Oficina de Planificación Nacional: “Plan Anual año 1971”. P.3.
[10] Entre las transformaciones más importantes que facilitaron la incorporación del campesinado como actor social destacan la ya mencionada reforma electoral del 31 de mato de 1958, la ley N° 16.625 de sindicalización campesina, el nacimiento de instituciones de capacitación y de apoyo al campesinado como INPROA, INDAP, el IER, entre otras, y el surgimiento de numerosas centrales y sindicatos campesinos.
[11] Respecto a que se entiende como campesinado, éste es un tema sumamente discutido por los teóricos dedicados al estudio de las disciplinas sociales, nosotros no queremos entrar en la necesaria e interesante discusión entre descampesinas y campesinistas, entre chayanavistas y anti chayanavistas, sólo nos limitaremos a señalar un concepto que sirva de marco referencial, para efectos de una mejor compresión del presente trabajo.
[12] Dentro de los obreros agrícolas incluimos a una serie de personas que ejercían oficios ligados al mundo rural, como mecánicos, herreros y otros.
[13] La JOC eran las siglas de la Juventud Obrera Católica, fundada en el año 1957, por mandato del Cardenal José María Caro, al refundirse en una sola organización los clubes de jóvenes obreros y operarios fundados por el padre Fernando Vives en la década del 30; por su parte la JAC eran las siglas de la Juventud Agraria Católica, fundada y organizada por el padre Rafael Larraín en la década del 40, de la JAC fue donde se saco la base para la fundación del Instituto de Educación Rural, y por ultimo es interesante tener en consideración, que gran parte de los dirigentes campesinos católicos estuvieron ligados directa como indirectamente con la JAC y con el IER.
[14] CELAM: “La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II”. Ediciones Paulinas, Medellín Colombia 1968, p.104.
[15] Jorge Ahumada: “En vez de la miseria”. Editorial del Pacifico, Santiago de Chile 1960, p. 57.
[16] Celso Furtado : “La economía latinoamericana desde la independencia hasta la revolución cubana”. Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1966, p.145.
[17] Marcello Carmagnani: “América Latina desde 1880 hasta nuestros días”. Editorial Oikos- Tau, Madrid España 1975, p.43

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